lunes, 25 de febrero de 2008

Moda y Estilo

Los incesantes zarandeos de aquella ingente masa de adictos la hacían seguir despierta. Un enloquecido especímen, cargado de bolsas con un número cincuenta estampado en rojo, casi la derribó de un tremendo golpe con lo que parecía una caja de zapatos. Era uno de julio y se encontraba en pleno centro de Sevilla. Se había robado horas de sueño para ser la primera en llegar a la apertura de una nueva tienda. Era una gran oportunidad, cierto, pero el número de personas que le intentaba quitar del sitio y la agresividad que mostraban era excesiva. La noche anterior había oído la noticia en la radio: se abría una nueva tienda de ropa y habría una gran promoción de apertura. Los dueños tuvieron la genal idea de ofrecer el primer día de las rebajas cualquier prenda que estuviera a la venta, gratis, con la única condición de que los clientes se dejaran asesorar por los vendedores y que éstos considerasen que la prenda le sentaba bien al cliente.

Eran las doce de la mañana y aún no habían abierto, algunas personas llevaban cuatro horas o más allí, la expectación ya era máxima. Un dependiente se acercaba a la reja mirándo a la multitud de afuera con aprensión.

Otro pisotón más, un nuevo bolsazo de pijo cargado de compras, un empujón de la anciana que tenía detrás y hasta un pellizco de una rubia adolescente. Estaba harta y le dolía ya todo el cuerpo de la tensa y larga espera. No iba a soltarse de la maldita reja porque ella llegó primero, nadie le podría arrebatar eso.

El dependiente que coge aire y punlsa un botón. La reja sube y, antes de que le llegue a la cintura, el gentío la empuja contra ella auque grite pidiéndo un poco de calma. Tres manos intentan apartarla para abrirse camino bajo la estructura aún a medio izar. Algunos ya han logrado entrar y abordar a un vendedor, previo arrastre por el piso cual gusanos. Y en un último empujón logran entrar a la vez cientos de personas, agachándo ya solamente a cabeza para pasar por debajo. Sin embargo un cuerpo inerte con una brecha en el parietal ha quedado en el suelo, sangrando profusamente por la cabeza y con los ojos en blanco, la primera persona que se agarró a la reja ha perdido el turno y la vida de una misma tacada.

Un cartel sobre la puerta reza: "Moda y estilo. Déjate asesorar hoy y llévate ropa gratis".